Cuando se habla de técnica en el golf, solemos pensar en la postura, el grip, el backswing o la velocidad de la cabeza del palo. Sin embargo, hay una parte del cuerpo que, aunque no recibe tanta atención, juega un papel esencial en cada golpe: los pies.
El golf, aunque es un deporte de bajo impacto comparado con otros, no está exento de lesiones. Dolencias como el dolor lumbar, las tendinopatías en el codo (epicondilitis), los problemas de muñeca o las sobrecargas en los hombros son bien conocidas entre los jugadores. Pero hay una zona del cuerpo que suele pasar más desapercibida hasta que empieza a dar problemas: los pies. En estos casos, contar con el asesoramiento de un podólogo deportivo puede ser clave tanto para tratar dolencias como para prevenirlas a largo plazo.
Aunque las lesiones en los pies pueden parecer menos frecuentes en comparación con otras, lo cierto es que son bastante habituales, especialmente en jugadores que practican con regularidad o pasan muchas horas en el campo. Y es que el contacto con el suelo, el equilibrio durante el swing y la estabilidad en el stance dependen directamente de ellos. Por eso, el cuidado de los pies en el golf no solo es una cuestión de salud, sino también de rendimiento.
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La pisada, el equilibrio y la transferencia de fuerza
Durante el swing, el cuerpo realiza una compleja cadena de movimientos en la que la transferencia de peso es clave. Esta fuerza comienza en los pies, que actúan como cimientos del gesto técnico. Una pisada incorrecta o un mal apoyo puede afectar no solo a la potencia del golpe, sino también a la precisión.
Pequeños desequilibrios pueden generar compensaciones musculares que, con el tiempo, derivan en molestias o lesiones. De hecho, problemas como la fascitis plantar, el espolón calcáneo o la sobrecarga del tendón de Aquiles son más comunes entre golfistas de lo que se suele pensar, sobre todo en quienes entrenan con frecuencia o compiten en torneos amateurs.
Lesiones en los pies: el enemigo silencioso del golfista
El golf es un deporte que implica largas caminatas —entre 7 y 10 kilómetros por recorrido completo—, muchas veces en terrenos irregulares, y un elevado tiempo en bipedestación. Esta carga prolongada sobre los pies puede provocar distintas dolencias, desde problemas en la piel (ampollas, rozaduras, callosidades) hasta afecciones más serias, como metatarsalgias, neuromas de Morton o tendinitis en la zona del tobillo.
Ahí es donde entra en juego la podología para deportistas, una rama especializada que no solo trata las patologías, sino que trabaja de forma preventiva para evitar que lleguen a producirse.
La elección del calzado: clave en la prevención
El tipo de calzado que usamos en el campo de golf tiene un impacto directo en nuestra salud podológica. Un zapato inadecuado —por su forma, suela o material— puede provocar roces, falta de transpiración, presión en zonas concretas o incluso modificar la pisada, aumentando el riesgo de lesión.
Un buen calzado de golf debe cumplir varios requisitos:
- Tener una suela con buen agarre para distintos terrenos.
- Ofrecer soporte en el arco plantar.
- Ser transpirable y ajustado sin oprimir.
- Permitir el uso de plantillas personalizadas si se necesitan.
Consultar con un especialista en podología deportiva permite elegir el tipo de calzado más adecuado según las características del pie de cada golfista y su estilo de juego.
¿Por qué acudir a un podólogo deportivo?
El podólogo deportivo es el profesional especializado en analizar cómo se comportan los pies durante la actividad física. A través de exploraciones biomecánicas, estudios de la marcha y pruebas de presión plantar, puede identificar patrones alterados que, aunque no generen dolor inmediato, están afectando la eficiencia del gesto deportivo y aumentando el riesgo de lesión.
Entre sus funciones están:
- Diagnóstico y tratamiento de lesiones específicas.
- Elaboración de plantillas personalizadas.
- Asesoramiento sobre calzado adecuado.
- Prevención de lesiones a largo plazo.
Un paso más hacia un golf sin molestias
Integrar revisiones periódicas con un especialista en podología deportiva puede marcar la diferencia entre jugar sin molestias o convivir con pequeñas dolencias que afectan al rendimiento y al disfrute del juego. Prestar atención a los pies no es solo una cuestión médica: es parte del camino hacia un golf más cómodo, saludable y eficaz.